Aquella tarde soleada, en El Puerto del talabartero que ya no está

VÍCTOR MAÑANÁ

 

Y ya… no estamos todos…

Algunos ya no están, y mañana… quien sabe?

Detrás de alguna nube o de algún suspiro, pero allá nos vamos hacia un matrimonio infinito con el tiempo y la distancia…

Unos delante, otros detrás, pero todos trillaremos el camino a la eternidad, etérea e infinita…

Y será de día o de noche… quizás de madrugada, pero nos iremos todos y no volveremos a cruzar los puentes de la vida ni a ver ni oler o sentir… ni saborear el néctar perfumado de una poesía del alma o de las huellas borradas por las borrascas de los tiempos.

Por los que se fueron,

por los que todavía luchan por sobrevivir,

por los que no cuentan las horas ni les importa el tiempo…

Por ellos,

por los que no cambian de rostros ni dejan sus ideas colgadas de algún barranco,

por aquellos que al caminar hacia el frente de batalla por la vida, escriben en silencio en cada azahar o cada rocío la historia que otros conocerán o pisotearán con su ignorancia,

por los que vienen con el sol a quemar amarguras y desalientos… Por ellos, por los que escriben en el cielo los versos, o recitan sin miedo el mensaje del cantío del colibrí o el perfume de los narcisos… por todos lo que naciendo en cada amanecer y en cada pétalo… escriben o recitan sus poemas arrastrados por el viento o la ventisca…

O por quienes siguen caminando sin dejarse doblegar por la tosudez de los tiempos

y del olvido…

Por ellos, recuerdo en este sábado, húmedo y quieto de julio, aquella tarde de alegría y festejos en el play de San José del Puerto para celebrar con el deporte la vida,

allá, por El Puerto de la Villa Altagracia que nos dio cobijo y nos sirvió de morada para crecer creciendo y envejecer envejeciendo…

para vivir viviendo y poco a poco morir muriendo con cada sonata que esparce nostalgia o alegría… que nos hace testigo del tiempo que pasa…

y que no da marcha atrás ni vuelve a nacer.