Costa Rica a segunda vuelta el 1 de abril para elegir entre un cantante evangélico y un ex ministro

REDACCIÓN.-Los costarricenses volverán a las urnas el primero de abril para escoger como Presidente de la República entre un evangélico y un ex ministro oficialista. BBC Mundo reporta este lunes que Costa Rica volverá a las urnas el 1 de abril para elegir a su nuevo presidente, luego de que en las elecciones celebradas este domingo ninguno de los 13 candidatos obtuviera la mayoría necesaria para gobernar al país por los próximos cuatro años.

DETALLES

Pero para la próxima vuelta, los márgenes serán más estrechos y se debatirá, principalmente, entre dos postulantes de igual apellido pero postura diametralmente opuesta respecto al matrimonio igualitario, el tema que marcó la campaña.

Los costarricenses tendrán que elegir a su nuevo presidente entre un predicador evangélico, Fabricio Alvarado, defensor de un conservadurismo radical, y un exministro oficialista, Carlos Alvarado, candidato de una formación política acusada de corrupción.

AlvaradoDerechos de autor de la imagenAFP
Image captionFabricio Alvarado es un excantante y presentador de televisión evangélico.

Y todo esto luego de que el candidato evangélico, del conservador Partido Restauración Nacional, se colocó a la cabeza de los sufragios celebrados el domingo con el 24,78% de los votos, según los datos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).

Un resultado muy inferior al reglamentado para alcanzar la presidencia (40%), pero que, a la vez, lo convierte en el favorito para el balotaje de abril,

Carlos Alvarado, por su parte, del gobernante Partido Acción Ciudadana, alcanzó el 21,74% de los sufragios, lo que le abre una ventana de esperanza a sus seguidores y al partido oficialista para mantenerse en el gobierno.

Pesan sobre él, no obstante, las acusaciones de corrupción que han salpicado a su partido durante la actual gestión y que, en un inicio, lastraron también su campaña y su favoritismo entre el ala tradicional del país, más seguidora del oficialismo.

Carlos AlvaradoDerechos de autor de la imagenEPA
Image captionCarlos Alvarado tiene el desafío de mantener a su partido en el gobierno.

Es la tercera vez en la historia que Costa Rica, uno de los países con más sólida tradición democrática en América Latina, necesita ir a segunda vuelta para elegir a su presidente.

Y es que, según las encuestas, a pocos meses de las elecciones, ningún candidato se perfilaba como favorito y ninguno convencía más allá de su formación.

Las dudas llevaron a que 13 partidos presentaran sus propuestas, pero el alto número también significó una dispersión de las intenciones de voto.

Los seguidores de Alvarado celebran orando en la sede de su campaña.Derechos de autor de la imagenAFP
Image captionLos seguidores de Alvarado celebran orando en la sede de su campaña.

Hasta enero pasado, cuando el dictamen de una consulta realizada a la Corte Interamericana de Derechos Humanos cambió todo el panorama electoral.

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El divisivo matrimonio gay

La consulta validó las uniones del mismo sexo para los Estados miembros de la Corte, lo que obligaría al gobierno a legalizar este tipo de uniones.

Y en Costa Rica, un país con una población de mayoría católica y conservadora, la opinión pública se dividió, el ala más conversadora se alarmó y los candidatos encontraron en el fallo una puerta para entrar al sector más intolerante de la sociedad.

Los costarricenses tendrán que volver a las urnas el venidero 1 de abril.Derechos de autor de la imagenEPA
Image captionLos costarricenses tendrán que volver a las urnas el venidero 1 de abril.

La polémica en torno del matrimonio homosexual se convirtió entonces en el centro de la campaña.

Fabricio Alvarado aprovechó sus dotes de predicador y su influencia entre las comunidades religiosas para ganarse al sector más radical del conservadurismo costarricense.

Aseguró que desacataría la opinión de la Corte, lo que muy pronto lo ubico entre los favoritos entre los que, hasta entonces, no se había contado.

Cargó su discurso contra el derecho de las personas del mismo sexo a unirse legalmente, lo que llamó la «dictadura de género«, y contra la homosexualidad, a la que consideró una «desviación».