CALIFORNIA, EUA.-Al cierre de esta edición el fuego seguía devorando millares de hectáreas dejando al menos 13 muertos y unos 1,500 edificios o residencias calcinadas. En la zona ha sido declarado el estado de emergencia. El diario español El País daba cuenta de al menos 30 mil personas evacuadas.
Los incendios vuelven a cebarse con California. Tras un verano mucho más tranquilo que el de 2016 —cuando el gobernador Jerry Brown lo denominó como un polvorín— el norte del Estado, especialmente los condados de Napa y Sonoma, está en llamas. El fuego se ha cobrado ya la vida de al menos 10 personas. En lo que va de año, en California ya han muerto 13 personas por incendios, la cifra más alta de civiles fallecidos en la última década, según cifras de los bomberos del Estado. Más de 1.500 casas y negocios han quedado totalmente calcinados y 30.000 personas han sido evacuadas.
Después de que varios focos comenzasen en la noche del domingo (hora local), en la noche de este lunes se registraban al menos 10 muertes: 7 en el condado de Sonoma, 2 en Napa y 1 en Mendoncino, según elDepartamento de Silvicultura y Protección de Incendios de California. Más de 100 personas han tenido que recibir asistencia médica, ya sea por quemaduras o inhalación de humo, tanto en Napa y Sonoma, como en la zona vinícola al norte de la Bahía de San Francisco. Más de 103.000 personas se encuentran sin gas ni electricidad y 45.000 están sin agua corriente.
El gobernador Brown declaró este domingo el estado de emergencia en Napa, Sonoma y Yuba —principales zonas productoras de vino del Estado—, y lo amplió más tarde a cuatro condados más, para acelerar la ayuda y conseguir que más asistencia se desplace a la zona. Según las autoridades, el fuego ya ha devorado 30.000 hectáreas. Las llamas se han extendido rápidamente debido a los fuertes vientos de 80 kilómetros por hora y han engullido la región en un espeso humo que se ha desplazado hacia el sur en el área de la Bahía de San Francisco.
«Esto es realmente serio, [el fuego] se está moviendo muy rápido. El calor, la falta de humedad y los vientos nos están llevando a una situación muy peligrosa y lo están empeorando. No está bajo control, pero estamos intentándolo de la mejor forma que podemos», declaró en rueda de prensa este domingo el gobernador Brown, quien ya ha pedido oficialmente al presidente Donald Trump que declare el suceso como «gran desastre», lo que permitiría movilizar recursos federales.
En la noche del domingo, San Francisco comenzó a oler a cenizas. Este lunes se recomendaba no abrir las ventanas del hogar, evitar sacar a niños y mascotas a pasear, así como pisar la calle si se padece asma. La recomendación afecta a toda la Bahía de San Francisco.
Oficialmente hay 15 focos activos. Ken Pimlott, jefe de bomberos, no oculta su desesperación: “Estamos desbordados”. La zona más afectada por los incendios es la ciudad de Santa Rosa (175.000 habitantes) —la ciudad más poblada del condado de Sonoma, situada al norte de San Francisco— donde se han quemado más de 14.000 hectáreas en un foco que empezó en Calistoga y que ya ha atravesado los cañones de la zona oeste.
Los aficionados al vino y los bodegueros de la zona ya se cuentan entre los más afectados. Se han quemado varios hoteles, como el Fountaingrove Inn y el Hilton de Sonoma, así como el Willi’s, un bar muy conocido de la zona.
Los planes eran que, si en la noche de este lunes (hora local) no se habían sofocado las llamas, se seguiría evacuando a un total de 175.000 habitantes para no poner sus vidas en riesgo. Gran parte de la zona se encuentra sin luz eléctrica y se han suspendido las clases.
El peor incendio en la historia reciente de California fue en Cedar, en el condado de San Diego en 2003, que destruyó más de 2.800 hogares. En 2007, otro fuego, también en el condado de San Diego, destruyó 1.600 hogares. Los dos ocurrieron en octubre, mes que suele concentrar los incendios en California debido a los conocidos como ‘vientos del diablo’, unas ráfagas de aire que, junto a las altas temperaturas y la sequedad de la maleza, permiten la expansión rápida del fuego.