TRINCHERA DIGITAL.-Los demócratas ya tienen su gallo para las elecciones de noviembre. Los Republicanos al parecer se quedarán con Trump, quien tendrá que enfrentarse a su oponente en medio de la peor crisis sanitaria y de carácter social que agobia a esa gran nación del norte luego de la muerte del afroamericano George Floyd a manos de policías blancos en Minneápolis. En ese orden, Joe Biden aseguró formalmente el viernes la nominación presidencial demócrata, por lo que ahora enfrentará al presidente Donald Trump en una difícil contienda electoral que se desarrollará en un contexto adverso sin precedentes de pandemia, derrumbe económico y agitación civil.
DETALLES
El exvicepresidente se había constituido en el abanderado de hecho de su partido cuando su último contrincante, Bernie Sanders, se retiró en abril del proceso interno demócrata. Pero Biden aseguró formalmente la nominación al conseguir los 1.991 delegados necesarios para convertirse en el candidato del partido tras las elecciones primarias efectuadas el martes en siete estados y el Distrito de Columbia.
Biden alcanzó el límite de delegados tres días después de las primarias porque diversos estados, abrumados por la gran cantidad de votos enviados por correo, tardaron varios días en contabilizar los resultados. Entonces equipos de analistas en The Associated Press desmenuzaron la votación por distritos legislativos. Los demócratas conceden la mayoría de los delegados para la convención nacional del partido con base en los resultados de esos distritos.
Biden acumula 1.993 delegados cuando todavía faltan por realizarse primarias en ocho estados y tres territorios de Estados Unidos. Este momento no fue de gran fanfarria como se acostumbra debido a que la nación confronta varias crisis de manera simultánea.
Aunque Biden comenzó a salir más esta semana, la pandemia de coronavirus lo ha obligado a mantenerse confinado en su casa en Wilmington, Delaware, gran parte de los últimos tres meses. El país enfrenta la peor tasa de desempleo desde la Gran Depresión.
Y disturbios civiles que hacen recordar los experimentados en la década de 1960 han estallado en docenas de ciudades por la muerte de George Floyd, un afroestadounidense a quien un policía de Minneapolis le oprimió el cuello con una rodilla durante varios minutos, incluso después de que dejara de moverse y se quejara que no podía respirar. Es una confluencia de acontecimientos que ningún gobernante en Estados Unidos ha enfrentado en los tiempos modernos.