Testigo del Tiempo
Economía y reforma migratoria
J.C. Malone
ESTADOS UNIDOS, Nueva York.-El sentimiento anti-inmigrante y el racismo son hermanos gemelos, hijos legítimos de la esclavitud, y no son puras “aberraciones sociales” como erróneamente nos han querido hacer creer. Aquello de que un grupo se sienta “superior” al otro, es la envoltura del asunto, diseñada para centrar la discusión en torno a naderías para entretener estúpidos.
La esclavitud nada tiene que ver con “superioridad racial” siempre fue una institución absolutamente económica; europeos, orientales y africanos, históricamente se esclavizaban entre ellos, compartiendo las mismas razas.
La esclavitud, el racismo y el sentimiento anti-inmigrante, son instituciones absolutamente económicas, piénselo bien, cuando se devalúa la humanidad de un grupo, entonces puede explotarse a discreción. El trabajo de esclavos produjo la acumulación originaria de capital a nivel mundial y, también en Estados Unidos.
La mano de obra gratis de los esclavos la sustituyó la del negro liberto “inferior”, y ahora la del inmigrante “illegal”. La reforma migratoria se retrasa por esa razon. Un indocumentado trabaja 12 y 16 horas diarias por un salario miserable, los negocios que utilizan esa fuerza laboral tienen generosas ganancias.
Los oponentes a la “amnistía” porque “recompensaría violadores de la ley” quieren garantizar mano de obra ridiculamente barata. Esto dificulta la reforma migratoria, los argumentos legalistas y racistas sirven para desviar la atención de la cuestión económica central.
Los sindicatos estadounidenses entendieron que la migración indocumentada deprime las tarifas laborales, y ahora apoyan la reforma migratoria.
Demócratas y republicanos, financiados por el gran capital que explota indocumentados, tienen años echándose la culpa, pero ninguno hace un esfuerzo serio para producir la reforma migatoria.
Cuando pensemos migración, olvidemos el racismo y la xenophobia, recordemos la frase de James Carville, el estratega politico de Bill Clinton en 1992: “Es la economía, estúpido”.
Ese es el principal obstáculo a la reforma migratoria.