TRINCHERA DIGITAL.-Chile celebra en las calles el triunfo del izquierdista Gabriel Boric en la segunda vuelta que tuvo lugar este domingo, sin incidentes ni traumas. El contrincante, el derechista José Antonio Kast-quien se ha definido como admirador del dictador Pinochet y de un régimen de fuerza- ha felicitado a Boric y se ha comprometido a colaborar para que pueda hacer un buen gobierno.
DETALLES
Tomado del diario El País:
Chile abraza una nueva izquierda en el poder. Gabriel Boric ha ganado la segunda vuelta de las elecciones con el 55,8% de los votos, frente al 44.1% del candidato de extrema derecha José Antonio Kast, con más del 98,7% escrutado. Ha sido clave en el triunfo de Boric la participación: este domingo votaron 8,3 millones de personas, equivalentes al 55% del censo nacional, el mayor porcentaje desde desde la vigencia del voto voluntario en 2012 y ocho puntos más que en la primera vuelta del 21 de noviembre.
Gabriel Boric, de 35 años, abre las puertas de La Moneda a una generación muy joven, forjada al calor de las demandas sociales de las revueltas de 2011 y 2019. Y la primera lanzada a la política ya en democracia. Boric tenía cuatro años cuando el dictador Augusto Pinochet entregó el poder a un gobierno civil. Y por eso mira hacia adelante, sin el lastre militar. Es la generación que se crió “sin miedo”, y rompió con la centro izquierda tradicional que entre 1990 y 2010 condujo la transición democrática bajo el paraguas de la Concertación. Chile ha dado además la espalda a la memoria de la dictadura, al discurso de orden y seguridad que defendió su rival, José Antonio Kast, para mirar hacia un futuro que ahora se abre lleno de incógnitas, con deudas por saldar y muchas promesas por cumplir. Boric jurará como nuevo presidente de Chile el 11 de marzo. Ese día, ya con 36 años, se convertirá en el más joven en ponerse la banda en la historia del país.
El nuevo presidente quedó segundo en la primera vuelta del 21 de noviembre. Nadie creyó realmente que pudiese dar vuelta el resultado en el desempate -no hay antecedentes en Chile de algo semejante- pero su estrategia fue un camino hacia éxito. Boric tendió una mano a los partidos de la Concertación, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, y consiguió el apoyo de los padres fundadores. Fue el gesto que necesitaba para sumar los votos del centro, aquello que le habían escapado por su alianza con el Partido Comunista. Arrasó en los barrios pobres, entre las mujeres y entre los votantes menores de 30 años.
Boric ha ganado las elecciones con promesas de cambios profundos, estructurales. Sus propuestas son las mismas de la calle alzada, aquella que reconoce el crecimiento de la economía chilena, la caída estrepitosa de la pobreza y el aumento inusitado del consumo durante la transición. Los jóvenes chilenos saben que son más ricos y, por supuesto, infinitamente más libres que sus padres, que vivieron en dictadura. Pero se han cansado de la herencia de aquel experimento neoliberal, que dejó a las empresas la administración de los servicios públicos -en la Constitución chilena, aprobada en 1980, el agua es un derecho privado – y terminó por forjar una sociedad desigual, de familias endeudadas y con un Estado mínimo y ausente. Las nuevas generaciones quieren recibir los beneficios del “milagro chileno”, un país con una estabilidad y unos indicadores que son la envidia de sus vecinos.
Apenas confirmado su triunfo, Boric cumplió con una vieja tradición de la democracia chilena, que dice que el presidente saliente y el electo dialogan para intercambiar felicitaciones. “Me parece importante respetar las tradiciones republicanas, me ha llamado Kast, y eso habla muy bien de Chile”, dijo Boric. Antes de cortar la comunicación, Piñera hizo una recomendación a su sucesor: » Sáquese una foto cuando entre a La Moneda y otra cuando salga, para que vea que este es un trabajo duro y difícil”.