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“Si quieren, que me derriben porque, si yo renuncio, es una declaración de culpa”, manifestó el mandatario en una entrevista publicada hoy por el diario Folha de Sao Paulo.
La Corte Suprema abrió la semana pasada una investigación contra del jefe de Estado tras la petición de la Fiscalía, que sospecha que pudo haber participado en delitos de corrupción, obstrucción a la Justicia y organización criminal.
A pesar del escándalo, Temer aseguró que, en caso de ser imputado por el Supremo no dimitirá, rompiendo así la línea de corte que puso para mantener a alguno de los ministros en sus cargos tras las investigaciones abiertas por las delaciones del grupo Odebrehct, implicada en el caso Petrobras.
“No, porque yo soy jefe del Ejecutivo. Los ministros son agentes del Ejecutivo, de modo que la línea de corte que yo establecí para los ministros, por evidente no será la línea de corte para el presidente”, comentó.
La Fiscalía sustentó la apertura de investigación de acuerdo con los testimonios de varios ejecutivos de la multinacional cárnica JBS, quienes, en un acuerdo de colaboración judicial, confesaron haber sobornado a más de 1.800 políticos de más de 28 partidos.
Sobre Temer, uno de los dueños de la empresa, Joesley Batista, afirmó que le paga sobornos desde 2010 y que, entre ese año y 2011, llegó a entregarle una “mesada” de 100.000 reales (unos 29.500 dólares) por diversos “favores” en el Ministerio de Agricultura.
Por su parte, el director de JBS, Ricardo Saud, aseguró en su declaración que Temer pidió y recibió 15 millones de reales (4,6 millones de euros) para las elecciones de 2014, los cuales iban a distribuirse entre sus aliados, pero se guardó un millón (307.000 dólares) para él mismo en vez de usarlo en la campaña.
Además, hay una grabación de una conversación de Batista con Temer, en la que el empresario comenta que busca “favores” para JBS en ministerios o que soborna a un exdiputado preso por corrupción y cercano al gobernante para que no colabore con la justicia.
En esa grabación, el gobernante asiente o simplemente escucha en silencio, lo que da base a sospechas sobre una posible omisión frente a hechos ilegales.
Temer apuntó que eso no significa que cometiera prevaricación: “Escucho a mucha gente y mucha gente me dice las mayores tonterías que no tengo en cuenta. Confieso que no tuve en cuenta esa bobada. (…) Mis respuestas eran monosilábicas”.
El presidente reiteró que “todo fue montado” y apuntó que las sospechas en su contra no impedirán la aprobación de las reformas económicas propuestas por su Gobierno, paralizadas temporalmente tras el escándalo.