PRETENDIERON BORRAR SU OLOR…*
Por Lorenzo Vargas-Lenchy
SANTO DOMINGO.-Dedicado a la memoria de AMÍN ABEL HASBÚN, en el 50 aniversario del mas cruel y cobarde asesinato, al mas grande y connotado líder estudiantil de la juventud dominicana.
Amín nos recuerda la perennidad de la solidaridad. La Inmensidad de lo relevante. El intangible espacio de la inmortalidad.
Amín resalta el camino de los valores éticos, de la coherencia. Conjugación creativa de idea y acción.
Nos recrea que el coraje es insulso e irracional, vanal e irresponsable si no sirve, con su ejemplo, para aunar en la ternura y el amor a los humanos, sin distingos de razas, género o cultura.
Amín se encarga de reiterar que el profesional es útil a su país, y no a sí mismo, sólo si sus competencias académicas son de calidad, sustentadas en la responsabilidad social, a partir de valores éticos-morales y de principios sociales como la equidad, la libertad, la democracia, el trabajo y la honestidad, la defensa de los derechos humanos, la protección de los recursos naturales y el medio ambiente.
“El Turco” (como también era llamado por sus compañeros), por amor a su pueblo y renunciando a comodidades de cuna, prefirió el camino de la lucha revolucionaria en momentos en que reinaba la caverna política sobre el país, a sabiendas que podría pagar con su vida el atrevimiento de pelear por los pobres y explotados, de pedir justicia social, libertad, trabajo, equidad y pan para todos. Él sabía que aún después de muerto, “sus huesos servirían de bandera”.
Amín luchó y murió por el amor a lo que creía, a sus ideas, a su pueblo. «No hay mejor revolucionario que aquel que lucha por amor», sentenciaba el cantautor Manuel Jiménez, en un acto celebrado en el Aula Magna de la UASD, en homenaje a este gigante humilde dominicano.
A ese, el Amín que proclama democracia post muerte de Trujillo; el Amín Comandante de la Revolución de Abril de 1965 por el retorno a la constitucionalidad derrocada en septiembre de 1963; el aguerrido combatiente que ¡armas en manos! inspiró y templó la Guerra Patria contra las tropas invasoras de USA; el Amín de la lucha callejera exigiendo mayor presupuesto a la UASD; el Amín del histórico Movimiento Renovador de la Universidad pública; el de la Resistencia revolucionaria contra la represión política del régimen de Balaguer; el Amín ejemplo escolar; el Amín excelencia en las aulas universitarias; el líder de la Federación de Estudiantes Dominicanos-FED; el Amín internacionalista, a ese Amín, el buen amigo, el hijo benemérito, el Amín padre, el esposo, a ese, repito, al Amín Patriota, al Dominicano Ejemplar es que el pueblo de Duarte y Luperón ha sabido esculpirle en su corazón un altar de honor, el altar de la estrella, de la dignidad, del decoro infinito.
Conocí a Amín Abel, siendo prácticamente un niño, cuando andaba (yo) a rastras de la mano de mi padre, Lorenzo Ventura Vargas (El Sombrerero), quien fuera fundador del Movimiento Popular Dominicano-MPD en Santiago, partido de izquierda a cuya dirección nacional pertenecía Amín Abel, también.
En otro momento, fui testigo como representante por Santiago, de un fervoroso y entusiasta discurso de Amín en el marco de una asamblea de delegados estudiantiles, celebrada en el Paraninfo de Medicina de la UASD, en los albores de la fundación del glorioso Frente Estudiantil Flavio Suero-FEFLAS. Era yo un mozalbete, entonces. Luego de su martirologio, me correspondió la distinción de proponer su nombre a una de las más grandiosas organizaciones estudiantiles del país: el Frente Estudiantil de Liberación Amín Abel (FELABEL).
Amín vive en cada joven de progreso, en cada estudiante lleno de sueños y bañado de futuro. En cada fibra de libertad hecha determinación; en cada letra viva de Democracia del pueblo dominicano.
Amín es aula fértil de universidad, suma cum laude de entrega, disciplina e inteligencia. Es estandarte de transformación y símbolo de inspiración para la juventud. Ejemplo de superación personal y de entrega por los oprimidos. Panteón de democracia para nuestra sociedad. En vano no fue su sacrificio.
Aquellos, los trogloditas, vergüenza de la historia, pretendieron borrar su olor, más no pudieron con la flor.
23 de setiembre, 2020