Parasite, mejor película extranjera y ganadora del Óscar

TRINCHERA DIGITAL.-Como mejor película extranjera Parasite ganó el codiciado Óscar durante la 92a. entrega de la Academia de Cine de los Estados Unidos en Los Ángeles, California. Es un filme coreano y ganó varios galardones previos a ser elegida como la mejor en el renglón de película extranjera.

DETALLES

Según medios digitales, la película Parasite se ha transformado en la gran estrella del cine asiático de los últimos meses. Ganadora de la Palma de Oro en la última edición del festival de Cannes, y el Globo de Oro a la mejor película extranjera (y eso por sólo nombrar los dos premios más resonantes en un largo listado de galardones), incluida en cuanta lista de mejores películas estrenadas en el año 2019 por los lugares en los que pasó y nominada al Oscar 2020 a la mejor película extranjera. Como si esto fuese poco, Parasite ha logrado cosechar, además de prestigio, mucha popularidad tanto dentro de su país de origen como por fuera de este. Algo que se debe, sobre todo, a sus méritos narrativos y a su impredecible manejo del suspenso.

Para aquellos que nunca vieron nada de su director Bong Joon Ho, una película como Parasite resultará probablemente algo totalmente sorprendente. Quienes, en cambio, conocen a este realizador, podrán apreciar en Parasite tonos y temáticas muy propias de uno de los directores más importantes del cine contemporáneo. Para ubicar a este director en toda su trayectoria, ha venido haciendo hasta ahora siete largometraje y pertenece a una generación de cineastas nuevos de Corea del Sur surgidos desde mediados de los 90.

Allí están, por decir algunos nombres destacables (sea por la calidad de sus películas, sea por la enorme popularidad que tuvieron algunos de sus largometrajes): Lee Chang Dong, Park Chan Wook, Kim Ki Duk, Hong Sang Soo, Yeong Sang Ho. Algunos de ellos supieron hacer películas comerciales distintas a las habituales, que sabían releer géneros americanos trasladándolas a las calles de su país. Bong fue siempre un experto en este último arte. De hecho, sus películas suelen ser rabiosamente divertidas y poseen escenas impactantes. Una cualidad que llamó la atención de productores americanos que lo convocaron en dos ocasiones (la notable Snowpiecer y la fallida Okja, hecha para Netflix) a dirigir grandes producciones de acción y aventuras.

Su cine particularmente llamativo y lúcido, hizo también que su prestigio en los mundos de festivales y en un público cinéfilo apareció de inmediato. De hecho, luego de una primera película interesante pero fallida como Barking Dog Never Bites (Flandersui Gae-2000), realizó un policial llamado Memorias de un asesino (Salinui chueok-2003), acaso su primera obra maestra.

Allí Bong relataba la historia de un cruel asesino y violador serial que tenía como víctimas a chicas jóvenes. Lo que parece comenzar como un policial convencional donde hay que atrapar un homicida en un pueblo pequeño, termina derivando en un lugar completamente distinto. De a poco, sutilmente, lo que termina acaeciendo es la historia de dos detectives tratando desesperadamente de encontrar un criminal que está no sólo más allá de sus capacidades sino también más allá de una burocracia policial con tecnología precaria y una preparación en algunos casos prácticamente nula. Memorias de un asesino fue la primera película sorprendente de Bong que giraba en torno a dos cosas que a este director le obsesionan.

Bong Joon Ho y la palma de oro de Cannes por

Bong Joon Ho y la palma de oro de Cannes por «Parasite» (REUTERS/Stephane Mahe)

Por un lado, una idea cinematográfica: Bong ha sido muy consciente a lo largo de su filmografía de que hay determinados tipos de géneros que ya no pueden narrarse del mismo modo y que sólo pueden recuperarse transgrediéndose por completo. De esta forma, resignifica el policial en la mencionada Memorias de un asesino, pero también en Mother, un largometraje que Bong haría en el 2009 sobre una madre que intenta desesperadamente encontrar a un asesino antes de que su hijo sea condenado por un delito que no cometió. Mientras, en The Host (película del 2003 y acaso su mayor obra maestra a la fecha), resignifica el cine de monstruos enfrentando a un poderoso y enorme bicho acuático con una familia marginal de Corea del Sur que debe desafiar tanto al engendro de fantasía como a un aparato estatal coreano y a una sociedad paranoica. En Snowpiecer, Bong se centra en un universo distópico de acción y ciencia ficción en el que se vale de un furioso comentario político sobre la división de clases y la construcción de mentiras sistemáticas para el sometimiento poblacional.

En todos estos casos hay una fuerte impronta de cine político y social, un interés que en el caso de Bong Joo Ho se conecta hasta con su propio título académico (antes de dedicarse al cine se graduó de sociólogo). Dentro de estos intereses sociales, lo que más persiste es una mirada personal hacia las relaciones de poder. No sólo porque en su cine existen tensiones de clase o de autoridad (que la mayoría de las veces es la misma cosa), sino porque más de una vez ese poder se manifiesta de manera torpe y hasta inconsciente. Un ejemplo claro de esto está en The Host. Allí lo que llama la atención es que las fuerzas militares no sólo pueden ser crueles, sino que pueden carecer de todo sentido común y entregarse a la obediencia de un poder mayor (en este caso el de Estados Unidos) sin chistar. En Memorias de un asesino, por ejemplo, los policías del pequeño pueblo utilizan las confesiones vía tortura no sólo por un contexto de violencia generalizada (la película transcurre durante una dictadura de derecha que sufrió Corea del Sur en la década del 80), sino porque carecen de demasiada inteligencia, y hasta en Okja los villanos principales se presentan como un conjunto de personas grotescas que terminan siendo excedidos en astucia por una adolescente.

Los Ángeles (EE.UU.)- Brad Pitt ganó hoy el Óscar a mejor actor de reparto por su papel en “Once Upon a Time… in Hollywood”, la primera estatuilla que logra el artista en las categorías interpretativas de los premios de la Academia de Hollywood.

“Esto es increíble, realmente increíble”, aseguró Pitt, quien fue recibido con un gran aplauso por parte del público. Pitt dedicó su premio a “Quentin Jerome Tarantino” y dijo del cineasta que es “original y único en su especie”.

La industria del cine sería un lugar mucho más árido sin ti”, afirmó. También se acordó con cariño de su compañero en “Once Upon a Time… in Hollywood” Leonardo DiCaprio y del resto de reparto. Asimismo, Pitt pidió que se aprecie más el trabajo de los especialistas de acción en el cine, un empleo que conoció bien gracias a su rol en este largometraje.

Y, finalmente, dedicó el Óscar a sus hijos- “Os adoro”. Pitt derrotó en una categoría de gran nivel a los también nominados Tom Hanks (“A Beautiful Day in the Neighborhood”), Anthony Hopkins (“The Two Popes”), Al Pacino (“The Irishman”) y Joe Pesci (“The Irishman”).

Antes de su victoria de hoy, Pitt ya contaba con un Óscar en su vitrina pero fue a la mejor película por ser uno de los productores de “12 Years a Slave” (2013). De las seis veces, sin contar la de este año, en las que había sido candidato a los Óscar, tres fueron como actor y en ninguna de ellas se llevó la estatuilla- “Twelve Monkeys” (1995), “The Curious Case of Benjamin Button” (2008) y “Moneyball” (2011).

Las otras dos opciones fueron también como productor en la categoría de mejor cinta- “Moneyball” y “The Big Short” (2015). El triunfo de Pitt en estos Óscar estaba cantado después de que hubiera arrasado en la temporada de premios de Hollywood- fue nombrado mejor actor de reparto en los Globos de Oro, los Bafta y los premios del Sindicato de Actores SAG.

Y, además, Pitt ha sido una de las grandes sensaciones previas a los Óscar ya que se ha gustado (y ha hecho a todos disfrutar) con unos discursos de agradecimiento repletos de chispa e ingenio. La 92 edición de los Óscar se está celebrando hoy en el Dolby Theatre de Los Ángeles (EE.UU.) sin maestro de ceremonias por segundo año consecutivo.