Por JC Malone: Ayudemos a Vladimir Putin

Testigo del Tiempo / J.C. Malone
Ayudemos a Vladimir Putin

ESTADOS UNIDOS, NUEVA YORK.-Francia primero, y Estados Unidos después, invadieron Vietnam, luego huyeron con el rabo entre las patas.
El presidente ruso, Vladimir Putin, como otros estadistas, se equivocó, las potencias coloniales nunca logran imponerse militarmente sobre los pueblos pequeños, Ucrania no será la excepción.
Sabemos que Rusia terminará huyendo de Ucrania, como huyó de Afganistán, de dónde también huyeron los Estados Unidos.
A nadie le conviene humillar Putin, quién controla más de la mitad de las armas nucleares y el 25% del petróleo del mundo. Si Putin es un loco fuera de control, occidente debe actuar con cordura.
Putin tiene 6,257 de las 12,372 ovijas nucleares del planeta, humillarlo y acorralarlo sería una locura, debemos buscarle un bajadero decente, ayudarlo a salir de este lio.
Si ayudamos a Putin, podremos garantizar la seguridad mundial.
Desafiar a Putin, escupirle insultos y amenazarlo no ayudan a terminar la guerra, al contrario, la extiende y complica.
Mientras más días pasan, mayores son las posibilidades de que algún misíl caiga en Polonia u otra nación fronteriza afiliada a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Eso puede ocurrir por error, o de manera deliberada.
El presidente de Ucrania, Volodomir Zelensky insiste en envolver a occidente completo en el conflicto de manera directa.
Si Ucrania dispara contra Polonia de manera deliberada, y acusa a Rusia, envolverá a la OTAN ampliando un conflicto que envuelve miles ojivas nucleares en ambos bandos.
Nadie puede descartar que eso suceda, “en la guerra y el amor, todo se vale”, no olvidemos eso. Además, sabido es, los rusos son capaces de quedarse ciegos, con tan de dejarte tuerto.
Esto no empezó cuando Rusia invadió Ucrania, empezó cuando la OTAN se extendió hasta las mismas fronteras rusas.
Putin cometió un grave error, necesita un bajadero medianamente honorable, o todos pagaremos las consecuencias de la expansión de la OTAN y el grave error de Putin.

 

Testigo del Tiempo
Debemos retornar al conuco

J.C. Malone
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ESTADOS UNIDOS, Nueva York.-Todos queremos que la Guerra de Ucrania termine pronto, pero seamos realistas, admitamos lo obvio: nadie sabe cuándo estallará la paz. Tras un lustro sin nuevas guerras, cuatro años de Donald Trump y el primero de Joe Biden, la industria armamentista “sufrió” mucho, ahora “se recupera”.
Ellos utilizarán todo su poder para extender el conflicto, definitivamente entramos a una nueva era de la incertidumbre.
Para los fabricantes y traficantes de armas Ucrania es un regalo del cielo, el gasto militar se disparará.
Contrario a incertidumbres anteriores, como la llamada Guerra Fría y la Guerra Contra el Terrorismo, esta trastornará los mercados, producirá desabastecimientos, hambruna e inflación a nivel mundial.
Rusia y Ucrania son grandes productores alimenticios, esta guerra se reflejará negativamente las cocinas y mesas del mundo. Vienen grandes confusiones e incertidumbre monetaria mundial.
Rusia amarró su moneda, el Rublo, al oro y demanda que le paguen su gas natural en Rublos. Europa no tiene opciones, debe buscar Rublos porque no puede vivir sin el gas natural ruso. Eso hará que el dólar pierda valor y, con él, todas las reservas naciones dolarizadas del mundo se desplomarán.
A la incertidumbre actual la posible hambruna y escasez alimenticia le añadirá inestabilidad política, muchos gobiernos pueden colapsar.
La globalización puede degenerar en especulación con la escasez. Una herencia de la pandemia fue dislocar los canales de suministro provocando escasez y carestía de muchos productos.
Rusia y Ucrania están entre los principales productores de trigo, soya, fertilizantes, y aceite de girasol, esperemos escasez y carestía de esos productos, también sus derivados.
La escasez alimenticia destruirá todos los modelos económicos basados en la importación y nos empujará a desarrollar la producción local.
La sustituión de importaciones será un imperativo de sobrevivencia.
Retornaremos al conuco, los huertos escolares, comunitarios y familiares.
Esa guerra nos moverá del petróleo a la energía renovable, y de la importación a la producción alimenticia.
La verdadera “seguridad alimenticia” la disfrutarán sólo quiénes tengan parte de sus necesidades alimentarias sembradas en su patio.
El Gobierno Dominicano, por ejémplo, no es responsable de esta guerra ni sus consecuencias, pero debe garantizar la alimentación de su población, promoviendo la producción alimenticia nacional.
Debemos volver al conuco sin demoras.