TRINCHERA DIGITAL.-Pasada las dos de la tarde-hora dominicana. la cifra de muertos por la explosión terrorista en Somalia se había elevado a un centenar y los temores eran de que dicha cantidad de víctimas, entre mujeres, niños y civiles se elevara sustancialmente. Hasta esa hora ninguna organización se había responsabilizado por la masacre, la cual fue llevada a cabo por un suicidad.
DETALLES
El diario español El País reseñaba en la víspera que la explosión de un coche bomba en una concurrida intersección a las afueras de Mogadiscio, la capital de Somalia, causó este sábado la muerte de al menos 76 personas y heridas a más de un centenar, según informaron fuentes médicas. Entre las víctimas hay agentes de policía, trabajadores y jóvenes universitarios que transitaban por la zona. El brutal ataque acabó también con la vida de varios extranjeros, entre ellos, dos ingenieros turcos. Ningún grupo terrorista ha asumido el ataque hasta el momento, pero se sospecha de los yihadistas de Al Shabab, organización ligada a la red Al Qaeda.
A las ocho de la mañana, en plena hora punta, un vehículo, descrito por algunas fuentes como una furgoneta, hizo estallar su carga explosiva en un área atestada de minibuses con estudiantes, trabajadores, vendedores ambulantes, patrullas de policía y comercios. El coche saltó por los aires junto a una empresa de recaudación de impuestos de Tráfico, al que acuden a diario cientos de personas, y al lado de las obras para la construcción de la carretera que une Mogadiscio con Afgoye, al oeste de la capital somalí. “Ha sido devastador”, señaló Muhibo Ahmed, uno de los testigos del atentado, “porque había muchísima gente, sobre todo estudiantes que viajaban en bus”. “Todo lo que he podido ver son cuerpos desparramados”, relató Sakariye Abdukadir, otro de los presentes en la zona, “algunos calcinados hasta el punto de ser irreconocibles”.
Las primeras imágenes difundidas en las redes por los testigos del atentado mostraron los cuerpos cubiertos de decenas de personas, entre los amasijos de vehículos y edificios reventados por la potencia de la explosión, una escena propia de un bombardeo aéreo. “Mando mis más profundas condolencias a las familias y amigos que han perdido a seres queridos”, declaró el presidente somalí, Mohamed Abdulahi Farmajo, en el poder desde febrero de 2017, “está claro que los terroristas no dejarán [tranquila] a una sola persona en este país. Son nuestros enemigos y tenemos que centrarnos en eliminarlos”.
La brutalidad de la masacre, no obstante, refleja la debilidad del Estado somalí para garantizar la seguridad en un país en conflicto desde hace casi tres décadas, así como las dificultades que tiene la misión de la Unión Africana, con 20.000 uniformados en el país, para vencer al terrorismo.
La cifra de muertos es sin duda provisional dado que como señalaron las fuentes médicas consultadas por los medios en la capital somalí, muchos de los heridos estaban pereciendo debido a la falta de bolsas de sangre en los hospitales. Como después de cada atentado en la capital, las autoridades y responsables médicos hicieron un llamamiento para que los ciudadanos acudieran a donar. La respuesta fue masiva, pero aún así se teme que sea insuficiente.
El número de muertos en el atentado cometido el 14 de octubre de 2017, el más letal hasta el momento en este castigado país del Cuerno de África, fue subiendo en el curso de los días desde más de 200 en las primeras horas a, finalmente, 587 víctimas.